jueves, 29 de mayo de 2008

Actividades para "El pescador y el genio"

- Busquen en el diccionario las palabras señaladas en negrita. Luego propongan un sinónimo.

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¿Dónde y cuándo transcurre la historia? ¿hay datos precisos?
- ¿Cómo es el pescador? Elije de los adjetivos siguientes aquellos que mejor lo representen:
vengativo, astuto, cruel, respetuoso, bondadoso,
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¿Cómo es el carácter del genio? Descríbanlo a través de tres adjetivos.
- ¿Por qué el genio cuenta su historia?
- Expliquen el significado de la frase del cuento: " la necesidad es la madre de la inventiva"
- ¿Que enseñanza pueden extraer de " El pescador y el genio"?
Busquen cinco palabra acentuadas y expliquen porque se acentúan.

viernes, 16 de mayo de 2008


LAS MIL Y UNA NOCHES.
El marco de las narraciones de las mil y una noches cuenta que Shariar, rey de Arabia, fue engañado por su mujer y la mandó a matar. Desde entonces, tomaba una mujer distinta cada noche, y ordenaba que la mataran al amanecer. Un día la elegida fue Scherezada, quien tuvo la astucia de relatarle al monarca largos cuentos que interrumpía al alba.
El rey, curioso por saber el fin del relato, postergaba día a día la ejecución, hasta que, después de mil y una noches, decidió perdonarle la vida y vivir junto a ella.
Esta colección de cuentos tradicionales fue creada por autores árabes, griegos , indios y persas entre los siglos X y XVII.
Alguno de los cuentos que incluye la colección son:
- Ali babá y los 40 ladrones.
-La lampara de Aladino.

EL PESCADOR Y EL GENIO

Había una vez un pescador de bastante edad y tan pobre que apenas ganaba lo necesario para alimentarse con su esposa y sus tres hijos. Todas las mañanas, muy temprano, se iba a pescar y tenía por costumbre echar sus redes no más de cuatro veces al día.
Un día, antes de que la luna desapareciera totalmente, se dirigió a la playa y, por tres veces, arrojó sus redes al agua.Cada vez sacó un bulto pesado. Su desagrado y desesperación fueron grandes: la primera vez sacó un asno; la segunda, un canasto lleno de piedras; y la tercera, una masa de barro y piedras. En cuanto la luz del día empezó a clarear dijo sus oraciones, como buen musulmán; y se encomendó a sí mismo y sus necesidades al Creador.
Hecho esto, lanzó sus redes al agua por cuarta vez y, como antes, las sacó con gran dificultad. Pero, en vez de peces, no encontró otra cosa que un jarrón de cobre dorado, con un sello de plomo por cubierta. Este golpe de fortuna regocijó al pescador. —Lo venderé al fundidor —dijo—, y con el dinero compraré un almud de trigo.
Examinó el jarrón por todos lados y lo sacudió, para ver si su contenido hacía algún ruido, pero nada oyó. Esto, y el sello grabado sobre la cubierta de cobre, le hicieron pensar que encerraba algo precioso. Para satisfacer su curiosidad, tomó su cuchillo y abrió la tapa. Puso el jarrón boca abajo, pero, con gran sorpresa suya, nada salió de su interior. Lo colocó junto a sí y mientras se sentó a mirarlo atentamente, empezó a surgir un humo muy espeso, que lo obligó a retirarse dos o tres pasos.
El humo ascendió hacia las nubes y, extendiéndose sobre el mar y la playa, formó una gran niebla, con extremado asombro del pescador. Cuando el humo salió enteramente del jarrón, se reconcentró y se transformó en una masa sólida: y ésta se convirtió en un Genio dos veces más alto que el mayor de los gigantes. A la vista de tal monstruo, el pescador hubiera querido escapar volando, pero se asustó tanto que no pudo moverse.
El Genio lo observó con mirada fiera y, con voz terrible, exclamó:
—Prepárate a morir, pues con seguridad te mataré.
—¡Ay! —respondió el pescador—, ¿por qué razón me matarías?
Acabo de ponerte en libertad, ¿tan pronto has olvidado mi bondad?
—Sí, lo recuerdo —dijo el Genio—, pero eso no salvará tu vida. Sólo un favor puedo concederte.
—¿Y cuál es? —preguntó el pescador.
—Es —contestó el Genio— darte a elegir la manera como te gustaría que te matase.
—Pero, ¿en qué te he ofendido? —preguntó el pescador—. ¿Esa es tu recompensa por el servicio que te he hecho?
—No puedo tratarte de otro modo —dijo el Genio—. Y si quieres saber la razón de ello, escucha mi historia:
“Soy uno de esos espíritus rebeldes que se opusieron a la voluntad de los cielos. Salomón, hijo de David, me ordenó reconocer su poder y someterme a sus órdenes. Rehusé hacerlo y le dije que más bien me expondría a su enojo que jurar la lealtad por él exigida. Para castigarme, me encerró en este jarrón de cobre. Y a fin de que yo no rompiera mi prisión, él mismo estampó sobre esta etapa de plomo su sello, con el gran nombre de Dios sobre él. Luego dio el jarrón a otro Genio, con instrucciones de arrojarme al mar.
Durante los primeros cien años de mi prisión, prometí que si alguien me liberaba antes de ese período, lo haría rico. Durante el segundo, hice juramento de que otorgaría todos los tesoros de la tierra a quien pudiera liberarme. Durante el tercero, prometí hacer de mi libertador un poderoso
monarca, estar siempre espiritualmente a su lado y concederle cada día tres peticiones, cualquiera que fuese su naturaleza. Por último, irritado por encontrarme bajo tan largo cautiverio, juré que, si alguien me liberaba, lo mataría sin misericordia, sin concederle otro favor que darle a elegir la manera de morir.”
—Por lo tanto —concluyó el Genio—, dado que tú me has liberado hoy, te ofrezco esa elección.
El pescador estaba extremadamente afligido, e intentando tranquilizar al genio, dijo:
-¡Ay!, por favor, ten lástima de mí, en consideración al servicio que te he hecho.
-No perdamos tiempo- replicó el genio- . Tus motivos no me apartarán de mi propósito. Date prisa y dime de que manera prefieres morir.
La necesidad es la madre de la inventiva. El pescador discurrió una estratagema.
o que debo morir- dijo al genio-, me someto a la voluntad de los cielos. Pero antes de elegir la forma de mi muerte, te ruego me contestes con veracidad la pregunta que voy a hacerte.
El Genio, encontrándose obligado a dar una respuesta afirmativa a este conjuro, tembló. Luego, respondió al pescador:
—Pregunta lo que quieras, pero hazlo pronto.
—Deseo saber —consultó el pescador—, si efectivamente estabas en este jarrón. ¿Te atreves a jurarlo por el gran nombre de Dios?
—Sí —replicó el Genio—, me atrevo a jurar, por ese gran nombre, que así era.
—De buena fe —contestó el pescador— no te puedo creer. El jarrón no es capaz de contener ninguno de tus miembros. ¿Cómo es posible que todo tu cuerpo pudiera yacer en él?
—¿Es posible —replicó el Genio— que tú no me creas después del solemne juramento que acabo de hacer?
—En verdad, no puedo creerte —dijo el pescador—. Ni podré creerte, a menos que tú entres en el jarrón otra vez.
De inmediato, el cuerpo del Genio se disolvió y se cambio a sí mismo en humo, extendiéndose como antes sobre la playa. Y, por último, recogiéndose, empezó a entrar de nuevo en el jarrón, en lo cual continuó hasta que ninguna porción quedó afuera. Apresuradamente, el pescador tomó la cubierta de plomo y con gran rapidez la volvió a colocar sobre el ron.
—¡Genio! —gritó—, ahora es tu turno de rogar mi favor y ayuda. Pero yo te arrojaré al mar, donde te encontrabas. Después, construiré una casa sobre la playa, donde residiré y advertiré a todos los pescadores que vengan a arrojar sus redes para que se cuiden de un genio tan malvado como tú, que has hecho juramento de matar a la persona que te ponga e libertad.
El Genio empezó a implorar al pescador:
—Abre el jarrón —decía—; dame la libertad te prometo satisfacerte a tu entero agrado.
—Eres un traidor —respondió el pescador_. Yo volvería a estar en peligro de perder mi vida,si fuera tan loco como para confiar en ti.


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¡Les voy a contar un cuento!


¿Cuantos de nosotros en su niñez disfrutó las maravillosas historias de los cuentos infantiles? Los muchachos se emocionaban y querían ser partícipes de las aventuras o travesuras de sus protagonistas; lo propio hacían las niñas ensoñando con castillos, príncipes azules o hadas madrinas. Nos aterrorizábamos de las brujas, piratas, lobos y otros antagonistas.
Pero, ¿Cuál es el origen de estos maravillosos cuentos?
Su origen es remoto y circulaban oralmente, de boca en boca. Así cada persona introdujo una pequeña modificación cambió un detalle, o añadió otro.
Superado el Renacimiento, los cuentos maravillosos cobraron fama en Francia con Charles Perrault y Mme. Le Prince de Beaumont; y ya en el Romanticismo, en Alemania, con los hermanos Grimm; en Dinamarca, con Hans Crhistian Andersen. Todos ellos fueron los responsables de pasar por escrito los cuentos más famosos que hoy conocemos.
Te invito a que leas alguno de ellos.

sábado, 3 de mayo de 2008

Relatos que hacen tradición.
Desde épocas remotas, las personas se han contado diferentes historias. Muchas fueron pasando de boca en boca y cada narrador al volver a contarlas cambió algún detalle.
Estos relatos , también llamados tradicionales o folclóricos, son conocidos por toda una comunidad y se transmiten de generación en generación.
Los relatos populares más significativos son la fabula, el cuento maravilloso y las leyendas.

conozcamos lo nuestro


La huala que gime en el Paimún
Cuentauna leyenda del antiguo Neuquén que una hermosa doncella mapuche llamada Huala acostumbraba desde niña a ir con el cántaro por agua al lago. Sin que nadie lo hubiera advertido, el Trelque o genio del lugar, la acechaba desde algún tiempo, hasta que llegó el día en que la niña despertó a la nubilidad.
Los padres y las familias de las tribus de la comarca Milla Lelfún, donde se alzaban los toldos, comenzaban a darse cuenta de la nubilidad de la joven y se preparaban para celebrar el nuevo estado con el rito mapuche del Ulchatún. Sin embargo, no hubo tiempo de concretar la fiesta. Al ir Huala como todos los días a llenar su cántaro en el lago, bruscamente onduló cerca de la orilla una garra, que, al asir a la joven fuertemente, la arrastró hacia lo más profundo de un remanso.
Los gritos angustiados de Huala llegaron casi desvanecidos a los toldos. Padres, hermanos y vecinos acudieron con palos para rescatarla. Pero ya las ondas concéntricas que se alejaban lentamente denunciaban que la joven mapuche había sido sumergida como tantas otras doncellas por el llamado “cuero” del lago. No se podía hacer nada pues el dueño y señor del lugar era invencible en su medio y jamás se tuvo noticias de que devolviera sus presas. En compensación los padres y parientes recibieron una abundante provisión de peces que cubrió toda la orilla. Era el precio de la que desde ese momento iba a ser la elegida del “dueño del lago”.
El Trelque llevó a Huala a una gruta que se abría en las profundidades, bajo un escarpe de la ribera. Allí le mostró los despojos de otras víctimas, que, en diferentes oportunidades, habían sido raptadas y decapitadas para echar a rodar sus cabezas desde las cumbres, en la forma de bolas de fuego o meteoros, llamados cherufes por los mapuches. Horrorizada ante lo que le esperaba, la joven perdió el conocimiento. Al recobrarse, halló que Trelque se había transformado en un apuesto mancebo que le declaraba tiernamente su amor y le juraba no hacer con ella lo que con las otras doncellas, pues su belleza lo había cautivado en tal forma que quería hacerla su esposa para siempre.
Huala no cesaba de llorar y, en su dolor, le reclamaba humildemente su libertad diciéndole que lo único que anhelaba era seguir amando a sus padres, contemplar la ruca donde había nacido y los territorios de la comarca donde sus ojos vieron los seres y las cosas que la llenaban de felicidad.
- Te complaceré, querida Huala, pero con una condición: nunca saldrás de este lago donde soy amo y señor.
El joven realizó un encantamiento y transformó a Huala en un ave semejante al pato, pero con las alas y las patas mucho más cortas, para que no pudiera volar ni caminar, aunque sí nadar, tanto en la superficie como en las profundidades del lago.
- Harás tu nido entre las totoras y desde allí podrás contemplar el cielo, el bosque, el Lanín, los toldos de Milla Lelfún y las gentes que se arrimarán a la costa - fue la sentencia del genio del lago.
Los paisanos cuentan que es por ello que la huala suele expresar su dolor al ver una figura humana con un gemido angustioso, el mismo que emitió cuando fue apresada por el Trelque,
Nunca se la ve nadar en el centro del lago porque tiene la esperanza de que, acercándose a la orilla, pueda, algún día, volver a ser libre. Como sólo su aspecto físico es lo que ha llegado a cambiar el Trelque, la huala puede mirar, sentir y gemir como ser humano por la pérdida de su libertad.

Versión de Lilí Muñoz
Ciudad de Neuquén,
Neuquén, Patagonia
Argentina.




La leyenda del cerro de villa del dique


Cuenta la leyenda que hace muchos años en un hermoso valle llamado Ctalamochita; existía una tribu de indios que enamorados del paisaje, decidieron dejar de ser nómades, para instalarse definitivamente en aquellas tierras fértiles cubiertas por el encanto de la naturaleza.
Entre el grupo de adolescentes se encontraba un indiecito al que llamaban Nazarí; era alto, robusto, de tez morena, sus ojos grandes enmarcaban una visual penetrante, avasalladora, era un gran observador. No existía ave sobre el cielo que no pudiera divisar ni animal en la tierra sin dejar de rastrear, aún las tormentas más fuertes aprendió a detectar anunciando a su tribu la cercana tempestad.
Una noche, cuando Nazarí se encontraba apostado en su guardia vigilando sigilosamente a los pumas hambrientos que noche tras noche intentaban devorar a su gente, sintió a lo lejos una vos suave que lo llamaba por su nombre… Nazarí , Nazarí, ven a mí soy tu sueño y he venido a acunarte; Nazarí asombrado, sacudió su cuerpo y abriendo grande sus pupilas trató de no pensar en esa hermosa vos que por momentos lo apartaba de la realidad; en pocos minutos nuevamente la vos se apodero de el… Nazarí, Nazarí, ven a mi soy tu sueño y he venido a acunarte; su cuerpo relajado por completo se dejó arrastrar hacia los brazos cálidos del sueño, donde ya sin ser dueño de si mismo penetro en la inconciencia mágica de la nada.
Amanecía en el valle, los primeros rayos de sol abrazaron el cuerpo cálido del indiecito Nazarí; sus parpados fueron abriéndose lentamente, el horror y la desolación se encontraban frente a él, los pumas habían logrado su propósito; cuerpos mutilados yacían por todas partes, el paisaje ya no era el mismo y el aroma a flores silvestres se había convertido en un olor nauseabundo amigo de la muerte.
Nazarí sintió que el corazón era arrancado de su cuerpo y se sumergió en un profundo llanto que lo invadió de angustia y tristeza.
En ese preciso momento la tierra comenzó a temblar, desprendiéndose de la misma un sonido aterrador, el fuego brotaba por cada uno de sus poros y de su garganta enrojecida emanaba un líquido ardiente, destructivo; un humo negro se alzó por los aires abrazando y tragando hacia la inmensa profundidad al indiecito Nazarí.
Las nubes de fuego mezclado con cenizas fueron apartándose lentamente dando lugar a la luz del sol a participar como testigo clave de la ausencia de Nazarí, ya que en su lugar se encontraba erguido y desafiante un inmenso cerro al que hoy llamamos, el ¡Cerro de Villa del Dique!; aún por las noches, cuando los habitantes del pueblo se sumergen en un sueño profundo, el no duerme, es el gran protector de la villa, miles de batallas climáticas lleva ganadas, cicatrices profundas entallan su cuerpo; la brisa del sueño lo sigue llamando,…Nazarí, Nazarí ven a mí que he venido a acunarte, pero sus pupilas no se sierran ni lo harán jamás, porque es el gran observador, el gigante de Villa del Dique…